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FABULAS > ORGULLO Y SUFRIMIENTO
EL LOBO Y EL PERRO
(por Felix Maria Samaniego )
En busca de alimento
iba un lobo muy flaco y muy hambriento.
Encontró con un perro tan relleno,
tan lucio, sano y bueno,
que le dijo: «Yo extraño
que estés de tan buen año,
como se deja ver por tu semblante,
cuando a mí, más pujante,
más osado y sagaz, mi triste suerte
me tiene hecho retrato de la muerte.»
El perro respondió: «Sin duda alguna
lograrás si tu quieres, mi fortuna.
Deja el bosque y el prado;
retírate a poblado;
servirás de portero
a un rico caballero,
sin otro afán ni más ocupaciones,
que defender la casa de ladrones.-
Acepto desde luego tu partido,
que para mucho más estoy curtido.
Así me libraré de la fatiga
a que el hambre me obliga,
de andar por montes sendereando peñas,
trepando riscos y rompiendo breñas,
sufriendo de los tiempos los rigores,
lluvias, nieves, escarchas y calores.»
A paso diligente
marchaban juntos amigablemente,
tratando varios puntos de confianza,
pertenecientes a llenar la panza.
En esto el lobo, por algún recelo,
que comenzó a turbarle su consuelo,
mirando al perro, dijo: «He reparado
que tienes el pescuezo algo pelado.
Dime: ¿Qué es eso? -Nada.-
Dímelo, por tu vida, camarada.-
No es más que la señal de la cadena;
pero no me da pena,
pues aunque por inquieto,
a ello estoy sujeto,
me sueltan cuando comen mis señores,
Recíbenme a sus pies de mil amores:
Ya me tiran el pan, ya la tajada,
y todo aquello que les desagrada;
éste lo mal asado,
aquel un hueso poco descarnado;
y aun un glotón, que todo se lo traga,
a lo menos me halaga,
pasándome la mano por el lomo;
yo meneo la cola, callo y como.
Todo eso es bueno, yo te lo confieso;
pero por fin y postre tú estás preso:
Jamás sales de casa,
ni puedes ver lo que en el pueblo pasa.
Es así. -Pues amigo,
la amada libertad que yo consigo
no he de trocarla de manera alguna
por tu abundante y próspera fortuna.
Marcha, marcha a vivir encarcelado;
no serás envidiado
de quien pasea el campo libremente,
aunque tú comas tan glotonamente
pan, tajadas y huesos; porque al cabo,
no hay bocado en sazón para un esclavo.»


Lección / Moraleja:
Por Poner.
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