»Supongamos —continuó— que uno de vosotros tiene un amigo, y a medianoche va y le dice:
- “Amigo, préstame tres panes, pues se me ha presentado un amigo recién llegado de viaje, y no tengo nada que ofrecerle. Y el que está dentro le contesta:
- “No me molestes. Ya está cerrada la puerta, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada. Os digo que, aunque no se levante a darle pan por ser amigo suyo, sí se levantará por su impertinencia y le dará cuanto necesite.
»Así que yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá la puerta.
Porque todo el que pide, recibe;
el que busca, encuentra;
y al que llama, se le abre.
(Lucas 11:5-10)
Lección / Moraleja:
Por editar.