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CUENTOS PARA MAYORES
CUENTO POR QUé LAS MUJERES NO ENTIENDEN LOS JUEGOS? (por Julio César Parissi)
Hay un espacio en donde las mujeres no pueden entrar —o, tal vez, no quieren entrar— y es el de los juegos. No se comprende por qué a las mujeres se les hace tan difícil entender las simples reglas de un
juego de cartas o del fútbol, por ejemplo. ¿Para que entiendan que un siete bravo tiene más valor que un cuatro es necesario que haya sido pintado por Picasso? ¿Sólo podrían entender la capacidad de gambetear de un crack del Real Madrid sólo si el jugador está vestido por Armani?. Tal vez ellas tienen sustitutos para todo aquello que brindan los juegos. Uno, además de jugar para entretenerse, lo hace para ganar.
La mujer, para ganar un buen partido sólo tiene que maquillarse y vestirse bien. Uno se saca las ganas de mentir jugando al truco. Ellas mienten sin necesidad de comprar un mazo de barajas. Uno debe aprenderse las reglas de cada juego. Ellas, como dice un familiar muy ordinario que tengo, a la regla la tienen incorporada. La cara de poker que debemos poner en el juego idem, ellas la ponen —la cara y todo lo demás— cuando no tienen más remedio que aceptar la enojosa tarea a la que las obliga el deber conyugal. El ajedrez tampoco le es atractivo y eso que es un juego cuya base fundamental son las infinitas variantes. Para ellas, las variantes son los cambios de modelito semana a semana.

Por otro lado, aparte del entretenimiento o el triunfo, el juego nos apasiona.El azar y la virtud que uno debe poner cuando lo realiza hace que la adrenalina nos invada y nos ponga eufóricos, potentes, agresivos y trinfalistas. Por esa razón una mesa de naipes nos puede durar toda una noche sin que nos demos cuenta del paso de las horas. A ellas, ¿qué cosa que las apasione les puede durar tanto? Si vamos al
tema erótico, su entusiasmo no pasa más allá de un par de horas. Y eso si se entretiene mirando las manchas de humedad del cielorraso.
¿Nunca probó en explicarle el mecanismo de algún juego? Si lo hace, verá que la atención de ella durará cinco minutos. Luego se dedicará a observar si usted está peinado, qué ropa se puso y mirará hacia la ventana para ver si hoy llueve. Luego le dirá que entendió todo y nunca más le mencionará el tema. Y si después de mucho tiempo se da la ocasión de jugar ese juego, ella dirá que no lo recuerda, que es
aburrido o que está para cosas más importantes y no piensa perder tiempo en tonterías. Dicho lo cual, va hacia el toilette y se dedicará a sacarse los pelitos que le sobran de las cejas.
En el fondo, está bien que las mujeres no entiendan de juegos. Si el ser femenino se hizo para que no le entren los reglamentos y la pasión por los juegos, debe ser por algo. Sería muy feo que su novia moje la parte de atrás del as de espadas con la lengua,
se lo pegue en la frente y grite:
“¡Valecuatro!”, con el vozarrón de un camionero.

(El club de los ghost writers y otros textos )



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