Un águila real,
con rápido vuelo
se subió a la cima
de un áspero cerro,
al pie de la cumbre,
en un prado ameno,
un feroz león
estaba durmiendo.
La águila de lo alto
quiso conocerlo,
y hacia el prado airosa
se dirigió luego.
El León al ruido
despertó soberbio,
y alzando al instante
su dorado cuello,
erguió su melena
Con gala y denuedo,
y de rey vestido
se mostró al momento.
Revolvió la cara
con aire y despejo,
y, con la cabeza,
le hizo acatamiento.
Acercóse aquélla
con pasos severos,
y entablaron ambos
su razonamiento.
Este se redujo
a hacer menosprecio
de los brutos y aves
con denuestos feos,
diciendo, que estaban
en el universo,
las especies de ambos,
bajo sus imperios,
vanidad fundando
en sus nacimientos.
Pero un corderito,
que había estado oyendo
toda la parola,
sin ser visto de ellos
(allá para sí),
prorrumpió diciendo:
No hay duda en que sois
por vuestros abuelos
de aves, y de brutos
monarcas excelsos,
pero, si tenéis
tan perversos hechos,
que el hurto y rapiña
es vuestro elemento,
la grandeza vuestra,
ni en chanzas la quiero,
pues soy de dictamen
por lo que penetro,
que el lustre, y realce
de más alto precio
es, el que uno adquiere
por sí, siendo bueno.
En la fabulita
nos dice el cordero:
que jamás hagamos
gala con exceso
del blasón y gloria
que heredado habemos
de nuestros mayores,
y que procuremos,
con nuestra conducta
y procedimientos,
adquirirla nueva
por nosotros mismos.
Lección / Moraleja:
Jamás hagamos gala con exceso
del blasón y gloria que heredado habemos
de nuestros mayores, y que procuremos,
con nuestra conducta y procedimientos,
adquirirla nueva por nosotros mismos.