Un labrador, estando ya para morir, hizo llamar delante de sí a sus hijos, a los cuales habló de esta suerte:
–Pues se sirve Dios de que con esta dolencia tenga mi vida fin, quiero, hijos míos, revelaros lo que hasta ahora os he tenido encubierto, y es que tengo enterrado en la viña un tesoro de grandísimo valor; y es menester que pongáis diligencia en cavarla si queréis hallarle.
Y sin declarar más, partió de esta vida.
Los hijos, después de haber concluido con el entierro del padre, fueron a la viña, y por espacio de muchos días nunca entendieron sino en cavarla, cuándo en una y cuándo en otra parte; pero jamás hallaron lo que no había en ella, bien es verdad que, por haberla cavado tanto, dio sin comparación más fruto aquel año que solía dar antes de muchos. Viendo entonces el hermano mayor cuánto se habían aprovechado, dijo a los otros:
–Verdaderamente, ahora entiendo por la experiencia, hermanos, que el tesoro de la viña de nuestro padre es nuestro trabajo.
En esta vida, la mejor herencia
es aplicar trabajo y diligencia.
* Sebastián Mey (1613): Fabulario. Nueva Biblioteca de Autores Españoles, tomo XXI
Lección / Moraleja:
En esta vida, la mejor herencia
es aplicar trabajo y diligencia.