Hambriento un avión cogió un mosquito,
que indulto le pidió por ser chiquito
y dar poco alimento;
pero enojado el otro, a fuer de hambriento,
-No esperes (dijo) que tu voz me ablande:
muere; que si eres chico, yo soy grande.
No bien hizo la muerte el inhumano,
píllale entre sus uñas un milano.
Temblando el avión gime y suplica;
pero el milano adusto le replica:
-No tienes que pensar que yo me ablande;
muere, que tú eres chico y yo soy grande.
Vio el águila al milano, entretenido
en devorar el pájaro cogido,
y volando veloz, le prende y mata,
por más que ruega y de salvarse trata.
-No es fácil (murmuró) que yo me ablande;
muere, que tú eres chico y yo soy grande.
Fue el águila a volar; pero la bala
de un diestro cazador le rompe un ala,
y al revolcarse por el suelo herida,
-¿Por qué (gritó) me privas de la vida?
-Porque no hay (dijo el hombre) quien me mande:
muere, pues eres chica, y yo soy grande.
Nadie uso indigno de sus fuerzas haga,
o sepa, si obra mal, que al fin se paga.
No murió el cazador, y sí el mosquito,
y el lector pensará que sin delito.
No, pues al cazador con furia impía
le chupaba la sangre noche y día.
Lección / Moraleja:
Nadie uso indigno de sus fuerzas haga,
o sepa, si obra mal, que al fin se paga.