Flecha viva,
la gacela,
fugitiva,
se desvela.
Salta días,
sin orillas,
lejanías
amarillas.
Dice el viento:
–¡Ven conmigo!
De tu aliento
soy mendigo.
No contesta
la gacela:
huye presta,
brinca y vuela.
Las estrellas
de su pata
dejan huellas
de aire y plata.