La amistad de Oikodoro y Kosmodoro
“Los orígenes de la Carta de la Tierra”
Hace algún tiempo cuando los duendes encontraron su morada en el bosque, un duende muy sabio colocó como piedra fundamental una pequeña pirámide triangular de mármol blanca con una piedra en cada lado: una esmeralda, un topacio y un rubí. Esa pirámide orientaría la comunidad de los duendes hacia el futuro. Antes de partir les entregó también una pluma y un gran papiro. Aquel sabio duende dijo que los elementos de la pirámide se transformarían en sustancias fluidas que guiarían la vida de los duendes y se despidió para ir a ayudar a otros duendes a encontrar un hogar.
Pero que significaba ese mensaje, se preguntaron los duendes? Ellos estudiaron la piedra para convertirla en líquido: primero la calentaron, y luego la sumergieron en agua. Pero nada sucedía. Solo relucía más y más, y cuando recibía la luz del sol irradiaba colores maravillosos. Primero el reflejo blanco de la punta de la pirámide, más tarde el verde, luego el amarillo acaramelado y por último el rojo profundo. Como los reflejos brillaban alrededor de toda la región, que los proveía de alimentos, comenzaron a pensar de qué maneras podía hacerse la piedra líquido. Y así fue que descubrieron que el sol iluminaba al amanecer el blanco de la pirámide que fluía en la leche que generosamente alimentaba y cuidaba de tantos animales y personas. El verde era el nutriente de las plantas y los árboles, que al mediodía ofrece una fresca sombra y recorre la naturaleza sin pausa ni prisa. El topacio era reflejado en el color de la miel que las sabias abejas, sin tomar el descanso de la siesta, producían de las flores. Y por último el rojo profundo fluía en el jugo de uvas que los campesinos recogían al atardecer.
Así fue que ellos comprendieron el mensaje del sabio duende: llenemos la pluma con la tinta de las piedras y escribamos una Carta de la Tierra, para orientar nuestras costumbres y cuidar de la Tierra. Al inicio del amanecer, cuando el papiro estaba todavía oscuro, escribieron con el blanco de la leche los principios básicos de cuidado y respeto para con todos las partes de la Tierra, que como en la piedra blanca estructuran la pirámide. Luego escribieron con salvia la responsabilidad que tomarían para proteger a la naturaleza. Llenaron después la pluma con miel y allí escribieron su compromiso por un mundo justo y ordenado por el cual trabajarían. Por último culminaron la carta con un emocionado mensaje de paz y amistad, que escribieron con el delicioso jugo de uvas. Los racimos de uvas habían sido tantos que pudieron además festivamente celebrar lo allí escrito. Así fue como la Carta de la Tierra tiene cuatro partes, y para los duendes también cuatro colores y cuatro piedras que supieron transformarse en líquido.
La Carta de la Tierra en los cuentos de Oikodoro
(cuentos para niños)
de Patricia Morales
http://www.terracuranda.org/Cuentario/indice.htm