La amistad de Oikodoro y Kosmodoro
Los cubos de colores
Una vez Oikodoro dio a los niños de la ciudad un gran juego para armar. Eran unos cubos rojos, amarillos, verdes, naranja, turquesa, violeta y azules que se podían apilar para hacer construcciones.
Los niños quisieron armar la 'mejor' torre para sorprender a Oikodoro. Al poco tiempo hubo muchas peleas, pues unos querían usar colores que no fueran ni tan claros ni tan oscuros; otros querían ocultar los cubos grandes, que eran los azules y verdes, y por último otros querían usar solamente las piezas rojas, amarillas y azules, pero no las restantes, pues no eran colores primarios.
Entonces primero probaron sin los cubos azules, pues eran muy oscuros y sin los amarillos, pues eran demasiado claros. Con los cubos restantes la torre que armaron fue pequeña y nadie estaba satisfecho.
Luego decidieron que mejor utilizar los cubos azules, pues eran los más grandes, pero ocultándolos para sostener toda la construcción junto a los verdes, que también eran grandes. Pero la construcción quedó tan desbalanceada que la torre cayó al poco tiempo.
Por último probaron utilizar solo las piezas rojas, azules y amarillas, pero eran tan diferentes que no encajaban bien y no llegaron siquiera a armar una torre.
Cuando Oikodoro fue a visitarlos imaginaba que iba a encontrarse con una bella torre, pero en lugar de ello, solo estaba la caja vacía y las piezas desordenadas en el piso. Que ha sucedido, preguntó Oikodoro?
Los niños le explicaron que esos cubos no eran buenos, pues o formaban una torre muy pequeña, o poco equilibrada, o ni siquiera armable. Oikodoro ya no estaba tan extrañado de lo ocurrido, y pidió a los niños que se sentaran junto a él a construir la gran torre. Primero, dijo Oikodoro, conviene ordenar las piezas y observar su figura, más que su color. Los colores le darán belleza, pero la construcción se basará en las figuras. Oikodoro tomó las piezas más sólidas y grandes para la base, y así fue creciendo la torre, hasta formar toda ella un gran arco iris de madera. Oikodoro les indicó que absolutamente todas las piezas eran necesarias y también todos los colores, pues ellos conformaban el despliegue de la luz y reflejaban la sabiduría del universo.
Oikodoro les explicó que todos los cubos debían participar en la construcción, de la mejor y más equilibrada manera, respetando las propias figuras y sin utilizar criterios extraños que solo perjudicarían la gran obra maestra.
La Carta de la Tierra en los cuentos de Oikodoro
(cuentos para niños)
de Patricia Morales
http://www.terracuranda.org/Cuentario/indice.htm
Lección / Moraleja:
Principio 3: Construyamos sociedades democráticas en las que reine la justicia y la paz y en las que todos participemos, cuidando también de no dañar la Tierra para el futuro. Los derechos humanos y la libertad de todos nos guiarán para ello.