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CUENTOS MITOLóGICOS
CUENTO LOS DOS HERMANOS Y EL HOMBRE MALO (por Folklore Norteamericano)
Un indio cazaba con su esposa en un bosque. Un día que perseguía a un oso se aventuró demasiado lejos y se detuvo en un sitio que su mujer no conocía. Aunque era la buena estación, las hojas de los árboles estaban canijas y las bayas de los arbustos parecían secas.
La comarca no ofrecía ningún atractivo. A pesar de ello, el hombre construyó una choza y dijo a su esposa:

-Estamos en la zona de caza de un personaje temible. Se llama Cráneo de Espectro. Voy a seguir la pista del oso solo. Mientras tanto, enciérrate en la cabaña. Si la odiosa criatura viene a merodear por aquí no se te ocurra abrirle. Con solamente pensar en ese malvado caerás en su poder. La mujer declaró que ni hablaría ni pensaría en Cráneo de Espectro de ninguna manera. Y el cazador partió tras la pista del oso. Apenas se alejó, alguien llamó a la puerta:

"Debe ser ese abominable Cráneo de Espectro; no contestaré."

Pero mediante esa sencilla evocación ya se encontraba en su poder. Aunque no quería abrir, una fuerza incontrolable la empujaba a entreabrir la puerta. Cráneo de Espectro entró, se instaló como en su casa y dijo:

-Tengo mucha hambre. Mujer, prepara la cena. La esposa del cazador precisamente acababa de preparar un guisado. Le tendió un plato, pero Cráneo de Espectro lo rechazó desdeñoso.
-No tengo costumbre de comer en una escudilla tan ordinaria. Sólo comeré en el hueco de tu vientre.
La mujer se tumbó dócilmente sobre la espalda y Cráneo de Espectro empezó a comer. Lamió con rapidez las legumbres y, a la hora de cortar la carne, le hundió el cuchillo en el vientre.
-¡Qué torpe soy! -se dijo-. He cortado mal. La mujer murió.

Cráneo de Espectro agrandó la herida y encontró en el vientre de la mujer dos gemelos. Agarró a uno y lo puso sobre el hogar para quemarlo.
-Tú te llamarás Niño de la Brasa.-.Luego tomó al otro y lo envolvió en una piel de bisonte para asfixiarlo.
-Tú te llamarás Niño de la Piel.

Y Cráneo de Espectro abandonó la cabaña sin más preámbulos. Cuando regresó el cazador encontró muerta a su mujer. En seguida pensó:
"Sin duda una maldad a cargar en la cuenta de Cráneo de Espectro".
Los dos niños se echaron a llorar. El cazador los tomó en brazos para calmarlos. Pero los dos hermanos gritaron más fuerte. El hombre pensó:
"Tienen hambre. ¿Como voy a alimentarlos? "
Entonces tuvo una idea. Se quitó la túnica de piel de gamo y colocó a cada niño contra cada uno de sus senos. Los pequeños se apresuraron a mamar.
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Al día siguiente por la mañana recomenzaron los lamentos. El cazador metió a los niños en un cesto y partió hacia el bosque. Al ver castores colocó a Niño de la Piel delante de una hembra.
Hagamos un trato -le dijo-. Cría a mi hijo y nunca más volveré a matar un castor.
Después, al ver una enorme piedra, sentó encima a Niño de la Brasa.
-Cría a mi hijo y nunca más volveré a tirar piedras a nadie.-.Y se marchó a cazar.
El hombre estuvo ausente durante cuatro estaciones. Cuando regresó a la cabaña su mujer se había convertido en un esqueleto. Jóvenes coyotes se habían estado divirtiendo con los huesos y los habían esparcido en el suelo. A la vista de ese desolador espectáculo, el cazador salió de la cabaña y vagó de los alrededores.
Encontró a dos niños que jugaban en la hierba de un calvero. Cuando quiso acercarse a ellos, uno se escondió bajo una piedra y el otro se sumergió en el lago. El hombre pensó:
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Se le ocurrió una artimaña. Se echó sobre el suelo todo lo largo que era y trató de parecer un tronco viejo. Los pequeños salieron de su escondite.
-¡Ven a jugar! -gritó Niño de la Brasa a su hermano.
Pero Niño de la Piel parecía todavía muy asustado.
-No nos acercaremos a la cabaña. Me da miedo ese extranjero. Mejor será que nos revolquemos sobre ese tronco.
Cuando se acercaron los dos hermanos, el cazador se incorporó y agarró a cada uno por un pie.
-No pataleéis así -dijo el hombre-. Soy vuestro padre. Mordedme el seno veréis que no os miento.-.Los niños mordieron el pecho del cazador y declararon:
-Eres nuestro padre, pues reconocemos el sabor de tu sangre. El hombre acarició a sus hijos, les dio un arco y flechas y los llevó a la choza.
-Mirad, este es el esqueleto de vuestra difunta madre. Poned esto en orden. Tengo que ir a cazar para alimentaros. Que todo esté bien limpio cuando regrese.-.Cuando el hombre se marchó, Niño de la Brasa dijo a su hermano:
-Hagamos algo por nuestra pobre madre.Sus huesos están desparramados. Ayúdame: vamos a reconstruir su esqueleto.
Una vez que el esqueleto recuperó la forma humana, Niño de la Brasa agarró el arco, tiró una flecha y gritó:
-¡Ten cuidado, madre! Ese tiro casi te ha dado -. Pero la mujer sólo movió débilmente las piernas. Entonces Niño de la Piel disparó también una flecha y gritó:
-¡Madre! ¡Hierve tu sopa y se desborda la marmita!-. En seguida la mujer dio un salto y corrio hacia el hogar. Al no ver más que cenizas frías, dijo riendo:
-Estos bribonzuelos sólo piensan en gastar bromas; será para recordarme que ya es hora de comer. Y la mujer preparó un guisado.
Cuando el cazador volvió de cazar trayendo un ciervo, su esposa le ayudó a cortar la carne. El hombre preguntó:
-¿Ahora eres zurda?
Así supieron los niños que se habían equivocado al colocar los huesos de las muñecas de su madre. Algún tiempo después, el padre dijo a sus dos hijos:
-No vayáis de ninguna manera por la parte de la ciénaga. Entre esas aguas putrefactas habita Cráneo de Espectro. Ese individuo es especialmente malvado. El fue quien antaño mató a vuestra madre.
Niño de la Piel dijo a su hermano:

-Vamos a dar una vuelta para ver qué aspecto tiene. Ha llegado el momento de enseñarle buenas maneras a ese monstruo.
Llegados a las inmediaciones de la ciénaga, los niños se deslizaron entre las hierbas acuáticas y divisaron una cabaña.
-Debe ser ahí- murmuró Niño de la Brasa-. De la choza salió un vozarrón:
-Entrad, vamos a fumar un poco.
Los dos hermanos atravesaron el umbral y se encontraron en presencia de Cráneo de Espectro. Niño de la Brasa le dijo:
-Me habían dicho que eras muy feo, pero creo que lo eres aún más.
-¡Puesto que eres tan impertinente no probarás mi tabaco! -rugió Cráneo de Espectro. Niño de la Piel replicó:
-Me habían dicho que tenías un carácter detestable, pero me temo que lo tienes aún peor.
-Ya que os ponéis así, fumaré solo -rechinó Cráneo de Espectro.
Llenó una gran pipa con hojas mohosas y la encendió soplando encima. Por toda la cabaña se extendió un humo espeso con un tufo a madera podrida. Niño de la Brasa se colocó en seguida dos piedrecitas redondas en la nariz y Niño de la Piel se metió dos trozos de madera.
Cuando se disipó el humo, Cráneo de Espectro se asombró:

-¿Como, todavía estáis aquí? ¿Cómo es posible que no hayáis muerto? Nunca resistó nadie a esta pipa envenenada-. Niño de la Brasa le quitó la pipa de las manos.
-Eso pasa porque no sabes fumar, malcriado. Te voy a demostrar que mi tabaco no tiene nada que envidiarle al tuyo. El joven tomó una pizca de ceniza del hogar de la choza, mezcló en ella algunos pelos de castor y la encendió con una tea. El humo que le salió por la nariz era tan acre que Cráneo de Espectro se puso verde de la cabeza a los pies y cayó muerto.
De vuelta a su casa los jóvenes aún se reían de la faena hecha al odioso personaje. El cazador sospechó algo:
-¿Qué mala pasada habéis hecho? -preguntó.
-Le hemos hecho una breve visita a Cráneo de Espectro -respondió Niño de la Brasa-. Quiso fumar la pipa de la paz con nosotros y creo que no se recuperará.
-Sí , se puso todo verde y se desvaneció -terminó Niño de la Piel.

Los padres se encogieron de hombros y olvidaron el incidente.
Y pasó el tiempo. La nieve recubrió la tierra una treintena de veces.
Una mañana, Niño de la Brasa dijo a su hermano:

-Nuestros padres son viejos pero se aman todavía. Me parece que les molestamos en su intimidad. Deberíamos irnos y no regresar hasta dentro de varios años. Entonces se pondrán muy contentos de volvernos a ver, pues les seremos mucho más útiles que ahora. Niño de la Piel pensó que era una excelente idea. Entonces los dos hermanos agarraron la cola de un alce que pasaba por allí y se fueron arrastrados por él.
(Leyenda de la tribu de los Pies Negros)


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