Hace mucho tiempo vivía un gigante al que le encantaba matar a los humanos, comer su carne fresca y beber su sangre. Tenía especial afición por los corazones humanos. «Si no nos deshacemos de este gigante», decía la gente, «ninguno de nosotros estará tranquilo», y se reunieron en consejo para discutir la manera de hacer desaparecer al monstruo. Un hombre dijo:
--«Creo que sé la manera de matar al monstruo», y se dirigió al lugar donde el gigante había sido visto por última vez. Una vez allí, se echó en el suelo como si estuviera muerto. En seguida se acercó el gigante. Viendo al hombre yaciendo en el suelo, dijo:
--«Estos humanos me lo ponen muy fácil. Ahora ya no tengo que cogerlos y matarlos; ellos se mueren justo en mi camino, ¡seguramente del miedo que me tienen!». El gigante tocó el cuerpo «Oh, bien», dijo, «éste todavía está caliente y fresco. Resultará una comida sabrosa; no puedo esperar más para asar su corazón» . El gigante se echó al hombre sobre sus hombros y éste dejó caer la cabeza como si estuviera muerto. Después de cargar con el cuerpo hasta su casa, el gigante lo dejó en medio de la habitación, cerca de la chimenea. Entonces, el gigante se dio cuenta de que no había madera para encender el fuego, y fue en busca de leña. Cuando el monstruo se fue, el hombre se levantó y agarró el inmenso cuchillo de despellejar que tenía el gigante. ]usto en ese momento, apareció el hijo del gigante, encorvándose poco a pocopara entrar. Era todavía pequeño, y el hombre le hundió el gran cuchillo en su garganta.
--«Rápido, dime, ¿dónde tiene el corazón tu padre? Si no me lo dices, te cortaré el cuello». El hijo del gigante estaba aterrado. Al fin gritó:
--«El corazón de mi padre está en su talón derecho». Justo en ese instante, apareció por la entrada el pie derecho del gigante, y el hombre hundió el cuchillo en su talón. El monstruo gritó y cayó muerto al suelo. Pero el gigante todavía continuaba hablando.
--«Aunque estoy muerto, aunque me has matado, seguiré siempre comiéndoos a ti ya los otros humanos del mundo».
--«iEso es lo que te piensas!», le contestó el hombre. «Me voy a asegurar de que nunca vuelvas a comer a nadie». Entonces el hombre cortó el cuerpo del gigante en pedazos y los arrojó al fuego. Recogió las cenizas y las lanzó al aire para que se esparcieran. En ese instante, cada una de las partículas se convirtió en un mosquito, y entonces el hombre escuchó la voz del gigante que riendo, decía:
--«Sí, seguiré devorando a los hombres hasta el fin del mundo».
Inmediatamente después de que el monstruo pronunciara estas palabras, el hombre sintió cómo el aguijón de un mosquito empezaba a chaparle la sangre. En un instante, otros mosquitos le empezaron a picar, y el hombre no paró de rascarse todo el cuerpo.
(SHAWNEE)