Un monje le dijo una mañana a su maestro que tenía un problema que deseaba comentar con él, y éste le contestó que esperase hasta la noche.
Llegada la hora de dormir, el maestro se dirigió a todos los discípulos preguntando:
-¿Dónde está el monje que tenía un problema? ¡Que salga aquí ahora!
El joven, lleno de vergüenza, dio un paso al frente.
-Aquí hay un monje que ha aguantado un problema desde la mañana hasta la noche y no se ha preocupado en resolverlo. Si tu problema hubiese consistido en que tenías la cabeza debajo del agua, no habrías aguantado más de un minuto con él.
¿Qué clase de problema es ese que eres capaz de soportarlo durante horas? -preguntó el maestro.