Espantapájaros,
cara de trapo,
estás llorando
desde hace rato.
Tus lagrimones,
color de paja,
los voy guardando
en esta caja
y a los gorriones
—tal cual pediste—
se los doy como
si fuese alpiste...
¡Ya a tu sombrero
de lluvia y plomo
suben ligero!
¡Ya picotean
—muertos de risa—
un remiendito
de tu camisa!
Lo tironean
hasta que vuela
a caballito
de alguna brisa...
y de la suela
de tu botín
—solo y gastado—
sacan piolín.
Espantapájaros,
ojos de trigo,
color prestado...
¡Tienes amigos!
¿No te han contado
que así, sonriendo
—nariz de higo,
cara de hollín—
vas pareciendo
el gran Chaplín?