De sus hijos la torpe avutarda,
el pesado volar conocía,
deseando sacar una cría
más ligera, aunque fuese bastarda.
A este fin muchos huevos robados
de alcotán, de jilguero y paloma,
de perdiz y de tórtola toma
y en su nido los guarda mezclados.
Largo tiempo se estuvo sobre ellos.
Y aunque hueros salieron bastantes
produjeron por fin los restantes
varias castas de pájaros bellos.
La avutarda mil aves convida
por lucirlo con cría tan nueva;
sus polluelos cada ave se lleva,
y hete aquí la avutarda lucida.
Los que andáis empollando obras de otros,
sacad, pues, a volar vuestra cría.
Ya dirá cada autor: «Esta es mía.»
Y veremos qué os queda a vosotros.
Lección / Moraleja:
Muy ridículo papel hacen los plagiarios que escriben centones.