Habiéndose cubierto un asno con la piel de un león, era temido en toda la comarca: animal tan medroso hacía temblar a los más valientes. Mas ¡ay! Asomó a lo mejor la punta de la oreja, y quedó el engaño bien patente. Vino entonces con la estaca un gañan, y los que no estaban advertidos del ardid, hacinase cruces al ver que un villano apaleaba a los Leones.
Mueve el ruido mucha gente, a la que sienta bien este apólogo:
el traje y el equipo es el secreto de su importancia.
Lección / Moraleja:
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