Cierto día una tortuga dijo a las aladas aves que, si alguna de ellas la colocaba en el suelo, al momento les sacaría de las arenas del Mar Rojo
las conchas a las que dan valor las perlas de brillante esmalte. Ella se indignaba consigo misma porque, con su lento y esforzado caminar,
nada hacía ni conseguía en todo un día. Pero, cuando llena al águila de falaces promesas, su pérfida lengua sufrió igual engaño; al intentar
alcanzar las estrellas con sus alas mal compradas, la infeliz cayó en las fieras garras del ave.
Entonces, desde lo alto del cielo, cuando ya estaba a punto de morir, lanzó en los aires lamentos por el resultado de sus Votos. Pues así dio a los que odian su tranquilidad las pruebas de que no se consigue nada de importancia sin un supremo esfuerzo.
Igualmente, todo el que se envanece orgulloso de una nueva gloria, sufre el castigo merecido por pretender mejorar
Lección / Moraleja:
Igualmente, todo el que se envanece orgulloso de una nueva gloria, sufre el castigo merecido por pretender mejorar