Cierto día que un toro huía de un enorme león y buscaba escondrijo seguro por caminos inhóspitos, encontró una cueva habitada entonces por el animal hirsuto que suele ser el guía de la grey cinifia.
Después, cuando se disponía a entrar violentamente con la testud baja, el macho cabrío se interpuso y, plantándole cara, lo espantó.
Se fue afligido y, en su huida, le dijo desde la lejanía del valle (pues el temor impide al expulsado sostener una disputa):
«No es a ti, fétido, cerdoso y de colgantes barbas, a quien temo, sino a aquél que me supera en fuerzas y me persigue. Si se va, sabrás, gran necio, qué gran diferencia hay entre un maloliente macho cabrío y las fuerzas de un toro».
Lección / Moraleja:
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