Un hombre tenía una oca grávida de pequeños frutos y que a menudo ponía huevos de oro en su nido. La naturaleza le había impuesto a la magnífica ave la restricción de que no pudiera poner a un mismo tiempo dos de estos tesoros. Pero su dueño, ante el temor de que desaparecieran los deseados dones, no soportó la odiosa espera para su lucro y pensó que sacaba gran provecho de la muerte del ave, que tanto prodigaba sus continuos regalos. Después de haber conducido su amenazante cuchillo por sus desnudas vísceras y al ver que estaba vacía de sus habituales huevos, lloró decepcionado por ser él el culpable de tan gran perjuicio y asumió así el castigo merecido.
Así, a aquellos que de malas maneras piden a los dioses todo a un mismo tiempo, con justicia les niegan lo que piden cada día.
Lección / Moraleja:
A aquellos que de malas maneras piden a los dioses todo a un mismo tiempo, con justicia les niegan lo que piden cada día.