El violento Bóreas(1) y el apacible Febo(2) entablaron en el cielo una disputa ante el gran Júpiter, a ver quién conseguía realizar antes su propósito. Casualmente, en ese preciso instante, por el medio de la tierra un viajero recorría su habitual camino. Convienen de antemano, como materia de litigio, quitar la capa al hombre y dejarlo desnudo. Al momento, golpeado por los vientos, el cielo truena y una lluvia helada provoca torrenciales aguas. El hombre aprieta más contra el cuerpo su doble manto, porque el torbellino de aire le levanta los pliegues. Febo, en cambio, había ordenado que los tenues rayos fueran creciendo poco a poco, para que surgiera un resplandor de enorme fuego, hasta que el viajero, deseando dar descanso a sus fatigados miembros, se quitara las vestimentas y cansado se sentara en tierra. Entonces, la Victoria de Titán(3) demostró a los dioses presentes que nadie puede vencer si empieza soltando amenazas.

(1)Dios del viento del Norte
(2)Epíteto de Apolo, que significa «el brillante». El sol.
(3)El sol, hijo del Titán Hiperión

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