Un hermosísimo abeto se rió de unas ásperas zarzas cuando sostenían una gran disputa sobre su belleza, diciendo que la discusión era considerada indigna por todos, porque a los méritos no iba emparejado ningún honor.
«Elevándose mi esbelto cuerpo hasta las nubes, alza hasta los astros los erguidos cabellos de mi cabeza y, cuando se me coloca en el centro de los anchos barcos, los vientos extienden las velas desplegadas contra mí. En cambio, como a ti las espinas te dan un aspecto feo, todos los hombres pasan de largo y te desprecian».
La zarza replicó:
«Ahora, en verdad, con gozo mencionas sólo tus ventajas, mientras citas con altivez mis defectos. Pero, cuando el hacha amenazante corte tu hermoso cuerpo, ¡cuánto desearías entonces haber tenido mis espinas!».
Lección / Moraleja:
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